Cuanto mayor sea la masa de aire que atraviesa el motor mayor será la cantidad de movimiento (masa por velocidad) de los gases a la salida de la tobera y por tanto mayor será el empuje que se produce. A su vez cuanto mayor sea la masa de aire que procesa el motor, mayor será la cantidad de combustible que podemos quemar con el, mayor será la energía generada disponible y mayor posibilidad por consiguiente de aumentar la energía cinética (velocidad) con que los gases de escape abandonan el motor o, lo que es lo mismo, de mayor empuje producido.
La consecuencia de lo anterior es que interesa que el motor maneje una gran masa de aire y para lograrlo lo que se hace es comprimir el aire que entra en el. Los compresores comprimen el gas mediante la aplicación de un trabajo mecánico y en general pueden dividirse en turbocompresores (para comprimir de forma continua grandes gastos de aire a presiones no demasiado elevadas) y compresores volumétricos (que comprimen pequeños gastos de aire a muy alta presión).
Se llama relación de compresión de un compresor (o de una etapa de compresor) al cociente entre la presión a la salida respecto a la presión a la entrada del compresor (o de la etapa). Hay dos tipos de turbocompresores usados en motores de reacción: Centrífugos y Axiales.
Hay también un “tercer tipo” de compresor que es usado: el Híbrido, pero este en realidad es una combinación de los dos tipos anteriores, ya que consta de algunas etapas de compresor axial y una última etapa de compresión centrífuga.
Ambos tipos de compresores constan de una parte estática, que está unida a su vez o forma parte de la estructura fija del motor, y de una parte rotatoria que está soportada por un eje interno apoyado sobre rodamientos (cuya pista exterior se fija en un soporte que forma parte de la estructura del motor) que es arrastrado por la turbina.